Imagen original del blog de “Sarai Llamas“, visto gracias a “Biblioabrazo“
F10 en desmotivaciones.es
Antonio Avilés Rodríguez. Maestro de P. T. nos comenta que allá por el siglo pasado,( 1967) cuando era estudiante y no maestro como ahora, en el colegio donde estudié se representó una obrita de teatro cuyo nombre es el que aparece como título en esta. Yo era uno de los alumnos que aparecía en ella. Cuando se cumplió 75 años de la inauguración del colegio; mis compañeros me pidieron que si recordaba algo de aquella obra, o que escribiera una adaptación de ella para representarla en los actos de conmemoración. Recordando mi papel e inventado más que recordando…me salió la obra que nos envía.
La obra consta de un acto único con los siguientes personajes: maestro 1, maestro 2, director, alumno 1, alumno 2 y se pueden agregar figurantes para completar la clase.
Imagen de autoría desconocida
“Es lógico tratar de ganarse a los mercados recortando en educación y sanidad: siempre les será más facil saquear un país ignorante y enfermo.
Manola en blog.manola.es
En esta pequeña historia nos explica, con mucho humor, cómo se apañaban los hombres primitivos para contar su rebaño sin que aún se hubieran inventado los números. La contó el Profesor Letona en el programa de RNE “No es un día cualquiera” en el que semanalmente propone enigmas matemáticos a los “escuchantes”.
Inicio una nueva serie de vídeo tutoriales con la intención de explicar el algoritmo ABN paso a paso, para cada una de las operaciones básicas. En este primer artículo os dejo tres de ellos. El primero muestra la realización de sumas de dos dígitos con resultados que no supera la centena, en el segundo superándola y en el tercero con sumas de tres dígitos.
Recordar que en este algoritmo no existe el término llevadas, por lo que las operaciones se hacen sin que dicha condición afecte en nada al resultado.
Meninheira desde el blog “Educativos Meninheira“ nos envía unas fichas para trabajar las quimeras, explicándole a los críos qué son y proponiendo que creen las suyas propias y cuenten como son.
Fotografía de Adriana Salerno que publicaron en MAA . Visto en “Espejo Lúdico”
Con “Lecturas Absurdas” quiero iniciar una nueva serie de lecturas cortas (máximo un folio) dedicadas a alumnos de 2º de primaria en adelante, y en cuya historia introduzco elementos que no tienen nada que ver con el desarrollo de la misma o con el contexto en el que tienen lugar. Se trata, pues de leer con con atención y anotar en el cuaderno las cosas que no tengan lógica en el desarrollo de la historia.
En estas lecturas cuento con la colaboración de Silvia Asuero que realiza las preguntas de comprensión oral que junto al texto puedes imprimir al final del artículo.
Mi familia Picamármol vive en la Edad de Piedra, somos cinco miembros, pero cuando mis padres llegaron a la cueva donde vivimos, se encontraron a un señor que estaba allí pintando en las paredes. Dijo llamarse “Pintapiedras” y ahora mis hermanos y yo le llamamos tito Pinta, porque a mamá le gustó mucho cómo le estaban quedando las paredes y decidió adoptarlo.
Hace unos días, tito Pinta, nos dijo que se iría de viaje para conocer cómo pintaban en Nueva York y así aprender nuevas técnicas. De manera que un buen día puso el despertador, nos dio un besito, mientras dormíamos y se fue en autobús para América.
Mi padre es una persona importante en la tribu, ya que – él mismo- se nombró alcalde, porque decía que tenía la cachiporra más grande de todos y que, al que se atreviera a ir en su contra, se la daría a probar en la cocorota. Así que todos pensaron que con esas razones era el mejor candidato para el puesto.
Pero aunque parezca muy bruto, es una persona muy buena, educada y limpia. Por las noches no deja que nos acostemos sin lavarnos los dientes con el cepillo del pelo, y no nos deja saltar en la cama, pues dice que los muelles del colchón no resisten nuestras piruetas.
Cuando no vamos de caza, ha inventado un juego con la cachiporra que le ha puesto de nombre “A que te arreo”. Él nos lanza una piedra y mi hermano y yo tenemos que intentar que no nos descalabre, dándole fuerte con las mazas. Una vez organizamos un partido con toda la gente de la tribu y, aunque la mayoría no quería participar porque decían que era a la hora de su programa favorito en la televisión; mi padre decidió animarlos y fue una a una a sus cuevas y les enseñó lo brillante y limpia que tenía su cachiporra.
Al final hubo tanta gente que quería jugar, que muchos tuvieron que hacer de espectadores y aplaudir las grandes jugadas que hacía mi padre. En una de ellas, lanzó la piedra tan alto que le dio a un pajarraco que volaba por encima de nuestras cabezas. Aquella noche mi madre lo preparó al microondas y no tuvimos que salir de caza para preparar la cena.
Fue una tarde tan estupenda y divertida que las tribus vecinas decidieron crear un campeonato; pero, en lugar de lanzarnos las piedras unos a otros, el juego consistiría en derribar el mayor número posible de pajarracos. Al juego lo llamaron “Tiro de Pichón” porque Pichón -un vecino de la tribu del al lado- era el que mejor puntería demostró tener.
A mi tito Pinta, que lo queremos como si fuese de la familia, se lo contamos todo por carta y nos envió un correo electrónico pidiendo la receta del pajarraco que preparó mi madre y, de paso, nos contó que les comentó a unos amigos americanos el juego de lanzase piedras unos a otros y que les ha gustado tanto que lo han convertido en un juego al que llaman “Beispiedra”.
Texto: José Miguel de la Rosa Sánchez, Comprensión lectora: Silvia Asuero. Dibujos: Phillip Martín