Cuentan que un sesudo investigador estudiaba la capacidad de los chimpancés para resolver un problema y para ello colgó una banana en lo más alto del techo de su jaula, a una altura tal que incluso aunque saltara el chimpancé no pudiera alcanzarla.En la jaula no había más que unas cajas esparcidas por ella. El investidador pasaba las horas observando al chimpancé y esperando que se le iliminara la mente al pequeño primate y que apilara las cajas para trepar encima y comerse la banana.
Sin embargo, el chimpancé esperó pacientemente a que el investigador entrara dentro de la jaula y pasara justo bajo la banana, momento que aprovechó para saltar sobre sus hombros y atrapar la banana.
Moraleja… un problema aparentemente complicado, a veces puede revelarse de lo más sencillo.