Reeducar la Voluntad
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Podremos educar la voluntad por:
a) MOTIVOS
(motivación, lo útil, lo honroso, lo agradable, lo necesario.)
Veamos un ejemplo:
Una madre no podía conseguir que su hijo dejase de dar portazos o poner la música a tope. Por más que le indicaba que los portazos podían molestar a los vecinos o que la música tan fuerte podía dañar sus oídos; él no comprendía el motivo “que el ruido pudiese molestar a otro”, pues para él significaba una hazaña (portazo= desahogo de su coraje; música fuerte= ésta es la mejor música que existe y además yo la tengo).
Pero un día le di otra razón, otro motivo que él comprendió: “La puerta se va a
romper o el altavoz no soportará tanta potencia y habrá que gastar en comprar otra
puerta u otro altavoz y se tendrá que sacar el dinero del previsto para los juguetes o
de su paga.”
Y ni que decir tiene que desde entonces no da portazos, ni él consiente que otros
eleven el volumen de su equipo de música a tope.
El “motivo económico” funcionó.
En el aula: “Si dañas, reparas” (pero tú, de tus fondos, no de los de tus padres). Si
rompes, arreglas. Si descolocas las mesas, las recolocas.
Si no haces tus tareas –porque no tuviste tiempo ayer -, te buscamos un hueco de ½
hora –el recreo- y te hacemos el favor de que puedas hacerlos. Si no cumples, no
hay premio.
¿Cuántos alumnos bajan su rendimiento cuando ven que otros sacan igual resultado
–notas- y no les pasa nada por no presentar su trabajo, sus tareas, su mural, etc.
Si los acostumbramos a trabajar cuando ellos lo desean, su voluntad virará hacia el
mínimo esfuerzo.
b) POR ACTOS
Se plantea una meta a conseguir y nos hacemos las preguntas:
- decorando el parque
¿De qué se trata?.
¿Cuándo y cómo se hará?.
¿Me es posible hacerla?.
¿Hay motivos para quererlo hacer?
Según eso ¿lo haré “SI” o “NO”?
Me contaron una vez, que un padre le había dejado a su hijo la mejor herencia: Le había enseñado a discernir y a decir “NO” de forma tajante, cuando fuese necesario.
Querido amigo/a lector, mira a tu experiencia vivida y encontrarás más de una ocasión
en la que debiste decir un “NO” tan grande como un piano de cola.
El mayor enemigo del esfuerzo volitivo es la indecisión: ¿Hago esto ahora o lo dejo para luego, o no lo hago?.
A mis alumnos les planteo metas superables.
Son máximas a cumplir. Sencillas al comienzo pero que reforzarán su voluntad y podrán aplicar sus beneficios en el estudio.
Voy a ordenar mi cuarto.
Me comprometo a hacer mi cama.
Recogeré el cuarto de baño.
Ayudaré en las tareas del hogar.
Etc.
Al plantearse cada una de ellas, se razona los pros y los contras de cada una. Se pone énfasis en las ventajas que nos aportarán. Se pone ejemplos de cómo hacerlo.
Luego se pasa a ver si estamos capacitados para poderlo realizar. ¿Yo puedo hacerlo? Para acabar diciendo: ¿Y qué me reportará el hacerlo?. ¿Obtengo beneficio? ¿Tengo motivos para hacerlo?. Para acabar con un acto libre de decisión: “SI”, lo hago.
Al acabar la quincena y antes de ponernos otra meta, evaluamos –cada uno mira hacia su interior y se evalúa- si hemos conseguido superar esa prueba. (Somos nuevos Hércules con sus doce pruebas. Jasones del querer)
Recomiendo ver el documental del artículo 132
Continuará
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